Afloran de nuevo despachos, bajos y sótanos sin cédula de habitabilidad en venta para vivir en BCN.
Algunos están reformados pero tienen menos de 20 metros y se suelen alquilar como estudios.
‘Eres mi musa, la única por la que mi corazón late. En tus concentrados 27 metros cuadrados encuentro la miel que se desliza por mi alma. Eres la esencia del hogar que me hace disfrutar. […] En tu suelo, en tus paredes y en tus detalles encuentro tu unicidad’. Quien suscribe estas palabras no es un poeta urbano, sino una inmobiliaria que trata de vestir con almíbar verbal el minipiso que está reformando para vender, un sexto sin ascensor a 159.000 euros. El auge inmobiliario de los dos últimos años en Barcelona ha vuelto a poner en circulación toda una variedad de minipisos, infrapisos o sencillamente pisos reformados dignamente pero que por dimensiones o falta de ventilación nunca tendrán cédula de habitabilidad. Sus compradores responden a dos perfiles: personas con bajos presupuestos que no pueden acceder a nada mejor o inversores que los alquilarán con una jugosa rentabilidad.
Más allá de la legalidad o no de vender como vivienda espacios que no lo son, se ha vuelto a abrir el melón de la especulación y de que cualquier metro cuadrado cotiza en Barcelona y es susceptible de encajar una cama. Bajos que fueron porterías, sótanos, semisótanos, antiguos almacenes y locales se postulan para uso residencial como en los tiempos de la burbuja inmobiliaria. Aunque adviertan en sus anuncios de que ni tienen cédula ni pueden obtenerla, se promocionan en la sección de viviendas de los grandes portales especializados. Y otro tanto hacen muchas agencias.
Lázaro Cubero, responsable de Análisis e Informes de Tecnocasa, agrega que estas tipologías suelen comercializarse tras herencias o por inversores. Y explica que solo el 8% de sus clientes buscan pisos de una habitación, para ilustrar que la demanda de minipisos es menor, aunque los ejemplos sean llamativos.