Por Jose García Montalvo, Catedrático de Economía de la UPF y coordinador del Informe del Grupo Tecnocasa.
EL TELETRABAJO HACE MÁS ATRACTIVAS LAS VIVIENDAS EN LA PERIFERIA DE LAS CIUDADES, PERO SU EXPANSIÓN FUTURA NO SERÁ LA QUE EL CONFINAMIENTO FORZOSO HA PROVOCADO. HABRÁ QUE ESPERAR PARA VER SI LA TENDENCIA SE CONSOLIDA.
A mediados de mayo les comentaba desde esta misma columna que, vistos los efectos del confinamiento y el aumento del teletrabajo, la demanda de vivienda valoraría cada vez más los balcones, los jardines y el tamaño, y menos la localización. Entonces todavía no existían datos para sustentar esa hipótesis. Desde entonces se acumulan las evidencias. El informe del primer semestre del Grupo Tecnocasa ponía de manifiesto el importante aumento de la proporción de demandantes que consideran los balcones como un factor básico en su decisión. Informes recientes de portales inmobiliarios también destacan la prioridad de balcones, terrazas y jardines.
La generalización del teletrabajo hace que este lujo pueda ser accesible en las afueras de las grandes ciudades, al menos para las ocupaciones que no precisen de presencia física constante. En general, la expansión de la digitalización disminuye la importancia de la localización en la decisión de compra o alquiler. ¿Por qué buscar algo cerca del trabajo si solo irás a la oficina una vez por semana? Si te gusta el cine, ¿hace falta estar en el centro, donde se concentran los cines, o tener una subscripción a Netflix donde se estrenan muchas películas en la actualidad? ¿Buscar al lado del colegio cuando es posible que muchos días las clases sean virtuales? ¿Quieres estar cerca de casa de tus padres o reservas a tus padres dos habitaciones en tu nueva casa, mucho más grande que la actual? Bueno, quizás la respuesta a esta última dependa de las relaciones paterno-filiales…
En el caso límite tendríamos a los profesionales que pueden teletrabajar viviendo en la sierra de Madrid, Valldoreix o incluso más lejos, sin importarles las colas de entrada a Madrid o Barcelona. Los trabajadores en ocupaciones que no permiten el teletrabajo acabarían viviendo en el barrio de Salamanca o en Pedralbes. Sería la muerte del gran eslogan inmobiliario: localización, localización, localización.
Lógicamente este mundo imaginario no se producirá. Las grandes ciudades viven con cierta frecuencia movimientos del centro hacia la periferia y de vuelta hacia el centro. Los motivos son variados (precio del combustible, problemas de acceso, coste de oportunidad del tiempo de viaje diario, cambio en los gustos, etc.). Además, el teletrabajo no tendrá ni mucho menos la expansión que el confinamiento forzoso ha provocado. La memoria de las consecuencias del confinamiento, y la necesidad de espacio y luz, irá perdiéndose con el tiempo siempre que las pandemias no se conviertan en algo frecuente. Y los barrios tienen un componente social de búsqueda de estatus y cercanía del mismo nivel sociocultural que tarda mucho tiempo en crearse y diluirse. Pero la razón principal de la decisión de los demandantes de vivienda sigue siendo la misma incluso después del confinamiento: el precio.
Expansión.- Huida a la periferia o caída de demanda agregada / 22 de agosto de 2020