La gran demanda de pisos provoca el registro de 1.000 nuevos operadores en 2 años. // El auge de operaciones y la escasa oferta dejan casi sin cartera a muchos mediadores.
Donde hace unos meses hubo una mercería, una frutería, una tienda de ropa de bebé… incluso un mugriento local cerrado a cal y canto tras la crisis, de pronto ha forecido una agencia inmobiliaria. Brotan día sí y día también porque pocos negocios a pie de calle precisan tan poco espacio y logística. Brotan sin pausa ni tregua porque cada día hay más movimiento de alquiler y venta en Barcelona. Si a finales del 2010 la ciudad contaba con 1.624 agentes registrados, en el 2016 la cifra llegó a 3.887, tras sumar más de mil desde el 2014. Algunos son titulares de más de una oficina, de modo que los negocios pueden ser muchos más.
Una de las caras más visibles del pinchazo de la burbuja inmobiliaria fue la extinción de los negocios mediadores de la compraventa que vendieron pisos a destajo durante unos pocos años. Tanto fue el movimiento que en el 2010 la Agència de l’Habitatge de Catalunya creó el Registre d’Agents Inmobiliaris, obligatorio para que un agente pueda abrir un establecimiento cara al público pues ‘favorece la transparencia y garantiza la seguridad de los usuarios’. La lista se ha disparado en los últimos tiempos, desde que el mercado inmobiliario empezó a remontar el vuelo. Cabe destacar que normalmente cada agencia solo tiene registrado a un agente (por los requisitos económicos, garantía y seguros que debe asumir el profesional) y que es habitual que una persona registrada esté al frente de varias agencias de una misma marca. El presidente del colectivo de agentes de la propiedad (API), Joan Ollé, estima que durante la crisis cerraron dos de cada tres agencias. De esos operadores, muchos están volviendo al negocio.
El fenómeno inmobiliario no tiene parangón en el resto de Catalunya, donde el registro suma casi 5.800 inscritos. De hecho, de las 700 altas del 2016, unas 550 pertenecían a Barcelona. Y es que la capital lidera en solitario (por encima de Madrid) la escalada de precios, primero de alquileres, y luego de venta. Si el Incasol (con las fianzas de contratos firmados) sitúo a final del año pasado en 826 euros el precio medio del alquiler en Barcelona (batiendo su propio récord), portales como Idealista contabilizan un incremento anual del 16,5 % y empresas como Tecnocasa lo cifran sobre el 15%, apunta su director de Análisis, Lázaro Cubero.
En ese escenario de burbuja de alquileres también se engordan los precios de venta a pasos agigantados. Idealista habla de subidas en sus anuncios del 14,4% en el 2016. Desde Tecnocasa prevén un 10% más para este año y Don Piso lo reduce a un 5-6%.
El Periódico de Catalunya.- La burbuja de las inmobiliarias – 30/01/2017